En Paraguay, la preparación de la Cumbre de Beijing pero también la persistencia de la crisis agrícola que afecta en especial al campesinado, han contribuido a que las campesinas se lancen a una arena, compuesta de foros y talleres, dónde comienzan a discutir con toda franqueza sus problemas. Y si bien existe ahora una más amplia percepción de los obstáculos a vencer y de los desafíos en juego, las recetas no son fáciles ni evidentes.
Al menos, los reclamos y el descontento campesino son ahora visibles y, el aislamiento y las distancias han dejado de ser barreras insalvables. En marzo pasado, una marcha campesina que concluyó en el Parlamento Nacional congregó unas 15 mil personas. Algo inédito en el país pero, el gobierno sólo atino a esbozar promesas de concertación que, obviamente, terminaron encarpetadas.