Hasta hace poco se pensaba que existían dos vías para lograr el desarrollo. La opción de crecer «hacia adentro» vía la sustitución de importaciones fue adoptada por los grandes países de la región. La de crecer «hacia afuera» se impuso en los países pequeños como el nuestro, con mercados reducidos para desarrollar complejos industriales.
Sin embargo, por distintos motivos este crecimiento agro exportador resultó sumamente vulnerable y dependiente de unos pocos rubros agrícolas, que se exportan con escaso valor agregado y se sustentó en la concentración de recursos e ingresos, en la persistencia de la pobreza rural y en una destrucción desenfrenada de los recursos naturales.